El valor de la puntualidad es la disciplina de estar a tiempo para cumplir nuestros compromisos adquiridos deliberadamente: una cita del trabajo, una reunión de amigos, un compromiso de la oficina, un trabajo pendiente por entregar, una cita médica...La puntualidad es necesaria para dotar a nuestra personalidad de carácter, orden y eficacia, pues al vivir este valor en plenitud estamos en condiciones de realizar más actividades, desempeñar mejor nuestro trabajo, ser merecedores de confianza.
La puntualidad es la obligación para terminar una tarea requerida o satisfacer una obligación antes o en un plazo anterior mente señalado o hecho a otra persona.
Hay a menudo una convención de que una pequeña cantidad de retraso es
aceptable en circunstancias normales; por lo general, diez o quince
minutos en las culturas occidentales, hora, hora y media en macabi. En
otras culturas, tales como la sociedad japonesa o en el ejército
no existe básicamente ninguna permisividad. No obstante, la puntualidad
se considera un signo de consideración hacia las personas que están.
Algunas culturas tienen sobreentendido que los plazos reales son
diferentes de plazos indicados. Por ejemplo, en una cultura particular
puede ser entendido que la gente llegará una hora de más tarde de lo
anunciado. En este caso, puesto que cada uno entiende que una reunión a
las 9 am comenzará realmente alrededor de las 10 am, nadie se incomodará
cuando todo el mundo aparezca a las 10 am.
En las culturas que valoran puntualidad, retrasarse es lo mismo que
demostrar desprecio por tiempo de otra persona y se puede considerar un
insulto. En tales casos, la puntualidad se puede hacer cumplir por penas
sociales, por ejemplo excluyendo enteramente a los que llegan más tarde
de las reuniones.
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